En este agosto pasado, me dí cuenta que necesitaba con carácter de urgencia unas vacaciones, y si bien el trabajo me las estaba brindando, el dinero con el que cuento me las negaba.
Qué hacer? no tenía muchas opciones, pues, por un lado la dificultad de mover nuestro dinero, y por el otro, el escaso dinero que llego a cuenta gotas, no me permitía siquiera pensar en unas vacaciones como las de Argentina en el 2008.
Sin embargo, decidí que no me iba a quedar instalada en mi casa viendo los días deslizarse uno tras otro, y sumergida en la misma rutina, bueno, la misma no exactamente pero en la rutina cotidiana de estar en la casa. Así, un lindo día, se me ocurrió una idea, simplemente genial: iría a visitar a mi amigo Jhonny, quien vive cerca de Cata. Cata, es una bahía que yo nunca había tenido la oportunidad de conocer, y siempre me la habían mencionado, el mismo Jhonny varias veces antes me había invitado a ir a pasar unos días allá. Así pues, me envalentoné y le pregunté si sus generosas ofertas de que fuera a pasar unos días con el en su casa, seguían siendo válidas, y el generosamente me dijo: pero claaaaaaaaaaaaro que sí!! vente nomás.
Yo, decentemente le hice una advertencia: oye, pero la verdad no tengo mucho dinero...me respondió: yo tampoco, pero, desde cuando ha sido eso un impedimento para nosotros divertirnos? acaso no fuimos estudiantes en Mérida y aprendimos a vivir con muy pocos recursos? que te pasaaaaaaaaaaaaa? y pues ciertamente viendo yo toda la razón que llevaba, empaqué mi morral, bueno, esta vez no fue un morral, fue una cartera de playa, después de todo solo iba a ir desde el jueves al domingo, anuncié a mi familia que me iba, y en efecto me fui.
El camino empezó por la salida desde el terminal de la Bandera, para Maracay, donde era mi destino, hay varias opciones de viaje, una es ir a un terminal donde se compra el boleto con anticipación pero es un engorro fenomenal estacionarse y comprar el boleto, y además de todo eso, el trayecto que es de una hora y media, dura el doble por qué se yo que, me supongo que en parte por el tamaño de los autobuses no lo se realmente, fue lo que me hizo decidir ir por la Bandera, este es el terminal de mayor tamaño y con rutas por todo el occidente del país, de los cuales los boletos en su mayoría cuando son muy largos los viajes hay que comprar también con anticipación pero, para estas rutas, la que yo haría, que se llaman extra urbanas, se llega y se sube uno en un autobús, y va esperando a que se llene y ahi sale, genial pense yo!!
Al terminal, me fui en un taxi, el senor chofer, me dijo que si iba a Maracay, tomara un autobús ejecutivo, esto es que tienen aire acondicionado y las ventanas van cerradas, y no se detiene a montar otros pasajeros en el camino, y me dijo: es más, el pasaje le va a costar la mitad de esta carrera, pero le vale la pena.Fabuloso dije para mis adentros, ya estoy ahorrando!! Soy una genia. Solo que la genia no contaba con que al regreso en la misma línea de autobuses, faltando media hora para llegar su destino el autobús se iba a danar y que para no quedarse en la autopista se iba a tener que venir de pié en otro autobús que venía lleno hasta el techo! pero, después de lo bailao, quien me quita lo gozao?
Llegué y no tan rápido como yo hubiera querido, conseguí el mencionado autobús y muy diligentemente pensando en dormir en el trayecto, escogí un asiento de ventana, que solo cuando arrancamos me di cuenta que tenia un bulto en la silla que me maltrataba mi ilustrisimo trasero y así permaneció hasta que llegué a Maracay pues como se llenó el pasaje no pude cambiarme de puesto. Una hora y media después, ya tenía hasta ganas ya de llorar por el dolor en mis posaderas, pero, la emoción de la aventura que ya comenzaba y la alegría de ver a Jhonny quien es un excelente amigo mio de nuestra era universitaria, pronto me hizo olvidar todas estas menudencias.
Una vez instalada en su hermoso apartamento, me dijo que también venían Luis y Pablo desde Maracaibo y que cuando ellos llegaran almorzaríamos.
Pablo, quien manejaba, nunca antes había ido a Maracay y no conocía la ciudad, por lo que nos llamaron para que fueramos a buscarlos en la entrada no mas de la ciudad, despues del Peaje...nosotros nos fuimos rapidisimo y llegamos y por supuesto no habian llegado, estabamos, Jhonny y yo, parados en el medio de todo y nada a la vez, por donde pasaban toooooodos los carros que entran a la ciudad y sin ningun sitio donde sentarse a esperar. Sin embargo, yo hice una revisión ocular rauda y veloz y conseguí una acera bastante buena y a la sombra para sentarnos... ahí esperamos mas o menos una media hora, y llegaron los muchachos, Jhonny y yo nos zambullimos en el carro, y nos fuimos al apartamento a almorzar...a todas estas para esta hora, ya eran las cuatro de la tarde, yo no tenia tanta hambre porque mientras esperábamos ahí en la orilla de la calle, nos comimos unas papas fritas que por supuesto conseguí yo de una señora vendedora ambulante de chucherías!
Nos fuimos a almorzar, un pollito en salsa blanca que hizo Jhonny demasiado rico, y de ahí, nos fuimos rápidamente al super mercado para comprar las vituallas del día siguiente, teníamos que hacer sandwiches, y comprar refrescos y demás bebidas para no comprar nada en la playa.
Compramos comida como si pensáramos mudarnos para la playa, no tengo claro en que pensábamos pues le dejamos a Jhonny en su nevera vegetales y frutas como para un ano, es que Luis es vegetariano...bien, una vez comprada la comida, preparamos todo, y yo particularmente me fui a dormir, los chicos de juerga.
En la manana, desayunamos un exquisito yogurt con melon, y salimos rumbo a Cata, un detallazo con el que yo no contaba es que el camino es por el parque nacional Henry Pitier que sube por la montana y la va bordeando hasta llegar a la costa, es un viaje simplemente increíble, la vegetación es tupida y tropical de selva, húmeda y exuberante, con olor a madera, a hojas, a agua, a animalitos...y curvas y más curvas y maaaaaaas curvas, así que lo mejor es ir con el estomago vacío para conservarlo en su lugar!
Después de muchas curvas, llegamos a un lindo pueblo, Ocumare de la Costa, antiguo, soleado, extenso y colorido como todos los pueblos de la costa nuestra, y de ahí, seguimos la ruta de curvas, obvio, pues bordeamos la montana, y en una de las ochorrocientas mil curvas, se despejó la vista y ahí estaba: la bahía de Cata.
Una inconmensurable belleza enmarcada del olor salino del mar, y el brillo dorado del sol mananero nos recibió sonriente y tímida se mostraba la vista, y nosotros nos detuvimos un rato a intentar capturar el momento con nuestras cámaras, la tecnología invadió el espacio y pronto nuestros familiares y amigos compartían la vista con nosotros.
En la playa, alquilamos un toldo con sombrilla a pesar que nosotros llevábamos, pero para estar mas cómodos dijimos y mejor protegidos de los elementos!
En esta apacible y delicada playa, las olas me dieron vueltas y trague agua y me restregué las rodillas con la arena pero, fue una excelente exfoliación y se me limpiaron además todas mis fosas nasales, bueno, todas dos, no tengo más de ahí, al menos eso tengo entendido... También hice allá un nuevo y entrañable mejor amigo, el senor cangrejito, pero, fue una amistad fugaz, senor cangrejo, decidió que su corta y valiosa vida peligraba cerca de tanta gente y se escondió en el primer agujerito que vio en la tierra.
Al final de la manana, tipo 11:00 am, después de varias zambullidas, decidí volver al agua para aprovechar bien el día, y estando en el agua miré al cielo, y vi unas nubes negras noche...más tardé pensando en la posible lluvia que la lluvia en empezar a caer torrencialmente sobre nosotros....salimos corriendo a refugiarnos, no le veo aun el sentido pues igual estábamos mojados, en la sombrilla que habíamos alquilado, pero por sobre todas las cosas estabamos era mas interesados en resguardar nuestros artefactos tecnológicos, yo tenía, he de confesarlo, dos preocupaciones serias: mi reloj, y los sandwiches, que hube de compartir con el senor perrito flaco, que no era tan flaco pero ponia una carita que no podía dejar de darle comida, hasta que Jhonny me miro feo, pero le dije, heyyyy es mi sandwich el que estoy compartiendo con él...claro, entiendo a Jhonny, a él le preocupaba que yo le diera todos los sandwiches al perro y me comiera yo el último y a ellos les dijera: oh, los de ustedes se los comió el perro jejejeje el senor perrito flaco, se zampo dos sandwiches y se fue a buscar otra cosa mas apetecible, y a resguardarse de la lluvia en una casa real, de bloques y techo formal, no como el refugio nuestro.
También he de confesar ahora, que hubo un momento en el que me dio miedo, se nubló todo, y no se veía nada, y soplaba el viento con fuerza...en mi dramatismo, empece a mirar como trepar la montana rapidamente en caso de tsunami, gracias a Dios, esa posibilidad solo vivió en mi fértil imaginación.
En lo que escampó, decidimos marcar la milla, no fuera ser que volviera a llover mientras estábamos en carretera, pensando en que podríamos en el mejor de los casos regresar al día siguiente, pero, no fue así, pues al día siguiente, amaneció lloviendo torrencialmente y se oscureció y seguía lloviendo....
Lo cierto del caso es que, fue una aventura simplemente deliciosa, reencontrarme con mis amigos tan queridos de tanto tiempo, e ir en el carro cantando y riéndonos de todo y de nosotros mismos, fue una aventura simplemente fenomenal que gracias a la generosa y cálida hospitalidad de Jhonny pudimos tener. Espero que se repita!!
Claro, muchas cosas habrán que se me escapan de la memoria, como las shawarmas que cenamos el sábado y los invitados que no querían irse, una divertidísima pareja amigos de Jhonny, que se sentían tan a gusto que a pesar que sabían que al día siguiente, Luis, Pablo y yo, ibamos a agarrar camino,con destinos diferentes, no se marcharon hasta que literalmente los empujamos a la puerta de salida...
El senor Cangrejito