Conseguí una nueva forma de interpretar el sentimiento que me invade cada vez que voy al Supermercado y consigo algo que necesito.
Hoy me dediqué a hacer cosas de mi casa, como pagar servicios (que no funcionan pero igual hay que pagar) y entrar a los supermercados a ver que conseguía, y resulta que me fue muy bien, conseguí jabón de lavar ropa, jabón de tocador, y champú.
Cuando yo llegué pude agarrar mis objetos que iba a comprar de manera relajada y sin mucho estrés relativo pues la gente miraba con avidez el carrito que yo llevaba, calculando lo que tenía en el y probablemente pensando dónde estarían esos productos, así que tenía que estar pendiente de que no me sacaran algo del carrito mientras me daba la vuelta para meter otra cosa.
Total que armada de paciencia absoluta y supina me paré en la cola para pagar, y aclaro que me puse a hacer la cola para pagar porque conseguí comida para mis gatos pues si no, por mucho jabón que llevara y mucho champú que hubiera conseguido no hubiera hecho la cola esa. Bueno, la cosa es que estaba en la cola, con mi sensación de alegría por haber conseguido los productos básicos que tenía, pero a la vez, tenía y sigo teniendo una sensación de desazón, de incomodidad, de picazón en la espalda como cuando uno sabe que algo está mal.
Y es que claro que está mal que un país en el que, Isabel Allende no exageraba cuando decía en su novela "Paula", que Venezuela era un país tan rico que si se tira al suelo en un campo una semilla de mango nace un árbol, y se tienen mangos sin mucho esfuerzo pues la lluvia se ocupa de regarlos...Está mal que haya que madrugar para hacer colas, está mal que no haya productos básicos y peor aún que la gente naturalmente se desespere y se ponga violenta para obtener lo poco que mal se consigue.
Y allí comprendí que la emoción que sentía era una patética alegría, alegría pues tenía lo que necesito, pero patético pues es mi derecho a suplir mis necesidades básicas sin necesidad de hacer infinitas e interminables colas y además exponerme a que me lastimen en el proceso, y es que cuando estaba en la caja ya pagando y el jabón de lavar se había terminado, llego otra tanda de jabón y la gente se desesperó y empezó a correr hacia donde estaba el jabón empujándose y gritándose...no, no hay derecho a vivir así.
Lo que me consterna, por decirlo de algún modo, es que yo digo NO, ya basta pero, una golondrina no hace verano, de allí que mi alegría sea breve y fugaz como el mismo aleteo de una golondrina volátil...El momento llegará cuando todos entendamos que no es esta la forma de vivir, que tenemos derecho a obtener los productos básicos elementales de alimentación e higiene, por no hablar de los medicamentos que mejor ni los menciono, al menos no en este post.