sábado, abril 02, 2016

Ferias Agridulces. Una aventura sabatina.

Ferias Agridulces. Una aventura sabatina. *


Desde que salí, esta mañana, de la feria de vegetales –no logro recordar su nombre – y creo que es una especie de amnesia selectiva la que estoy padeciendo, he estado tratando de ordenar mis emociones y pensamientos que se me juntaron y revolvieron hoy.

Una vez al mes, en el parque los Caobos, en Caracas, hacen una feria conuquera agrocomunitaria, no recordé el nombre, no, lo busqué en las publicidades para ser más precisa. Decidí ir hoy, primer fin de semana de abril a ver que tal era pues varios conocidos vegetarianos me contaron maravillas y yo necesitaba ver por mis propios ojos lo que podría encontrarme allá.

Me fui bastante temprano aun cuando en todas las publicidades que conseguí decía que comenzaba a las nueve de la mañana y yo no termino de conocer mi país y a mis coterráneos –vaya palabra ¿eh? – llegué a las ocho y algo, y ya estaba lleno de gente por todos lados y toda la gente en el nuevo deporte favorito venezolano: haciendo cola. Cola para comprar jengibre, cola para absolutamente todo.

 Bueno, respiré profundo con altos grados de resignación, y me fui a ver dónde era la cola para los vegetales, que, honestidad total se veían hermosos –acababa de llegar un camión con varios guacales de plástico – con las zanahorias más hermosas que he visto en años, es más me atrevo a afirmar sin que me quede nada por dentro que las zanahorias que llevaron estaban más hermosas que las que he visto en el páramo de Mérida: bellísimas. 

Con sus hojas y todo, se veían de película. Se me hizo la boca agua al verlas y al imaginar la cantidad de guisos deliciosos que iba a poder hacer, además que el precio era una maravilla, el mega manojo de zanahorias a 600,00 bs cuando en el supermercado están a mil el kilo y arrugadas y pequeñitas con las puntas ennegrecidas. Parecía un sueño lindo, pero resulta que me tocó el número 100 en la cola para comprar vegetales. Estuve a punto de descorazonarme, es más hasta oí como sonaban los discos de acetato cuando se rayaban, pero, me conseguí a un muchacho que conozco desde hace tiempo de la universidad, y me dijo que no me preocupara que seguro más tarde – dimensión de tiempo tropical indefinido venezolano – venía otro camión pues les falló el transporte y que los vegetales eran suficientes para todo el mundo…bueno sin duda suficientes para todo el mundo que tenía los números hasta el treinta, porque ya después no quedaba mucho y por supuesto las hermosas zanahorias se terminaron de primeras. A mi buen conocido, le compré una lindura de cesta que hizo de papel reciclado donde guardé el jengibre y la cúrcuma que compré más adelante.

De todas maneras, mientras hacia la cola y guardaba la esperanza que iba a poder comprar vegetales, me dediqué a mirar los puestos de ventas, y me maravilló el ingenio humano. Había  un sitio donde tenían jabones, desodorantes, champuses artesanales, a precios insisto razonables. También conseguí todo tiempo de yerbas medicinales, frescas para secar en la casa, o deshidratadas con procesos artesanales y caseros, había matas ornamentales – compré un lindísimo geranio blanco– y plantas medicinales y frutales para sembrar en la casa. Muchos lugares donde comer todo vegetariano. Variedades de arepas y ninguna del tradicional maíz, todas de algo: plátano, batata, apio, cualquier cosa menos maíz, se veían deliciosas y me hice la nota mental que para el próximo mes me iría sin desayunar para probar algo de eso pues la gente lo comía con mucho entusiasmo y deleite. Quise comprar una infusión con mango, jengibre y malojillo, pero estaba endulzado con azúcar, me sonó incongruente pues todos los productos estaban endulzados con estevia, justamente para mostrar que se puede usar otro endulzante que no sea azúcar.

En fin, que la feria de hoy me gustó por todas las cosas que están haciendo para paliar la crisis que vive el país, que el ingenio humano se destaca y se amolda a los tiempos difíciles y eso me genera una sensación de bienestar, de fe en la humanidad, pero me deja un sabor agrio en la boca, y un susto en el estómago pues me parece que nos estamos adaptando y que estamos mutando hacia algo que ciertamente no sé qué es. Tal vez,  pero solo tal vez, es el vislumbre de una sociedad más sana y más preocupada por el bienestar de sus congéneres, en las que prescindiremos de químicos y fármacos –había muchas plantas medicinales, cosa que reconozco buena, siempre me han gustado y las he preferido – y la amable camaradería que reinaba todo el mundo sonreía, y tenía palabras amables para quienes le rodeaban, no había mucho estrés, la gente se veía relajada, pero, me vale preguntarme ¿no será que simplemente nos estamos adaptando a lo que no está bien? ¿será que estamos buscando salidas y alternativas para simplemente sobrevivir? Bien dice Krishnamurti que “no es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma” y vaya que está enferma la sociedad en la que estamos viviendo, si se han vuelto comunes los linchamientos y niñas de 8 años quieren ser “malandras”, en zonas de Caracas hay delincuentes que imponen el "toque de queda", definitivamente que hay algo que está muy mal, que la sociedad está profundamente enferma y nosotros nos estamos adaptando a ella.

 Y afirmo esto con base en todo lo que he narrado más arriba. Como decimos nosotros en Venezuela: le hemos dado la vuelta y seguimos aplicando la máxima filosófica del sabio de los años 90 del siglo XX, don Eudomar Santos de Por estas calles: “como vaya viniendo vamos viendo”. Y es que el problema de adaptarse y paliar la situación que se vive no nos da el empuje para cambiar las cosas, para mejorar el sistema, para retomar el siglo XXI que se nos perdió hace ya más de una década.

Debo rescatar lo bueno de la feria, a pesar del agridulce que siento: solidaridad, ingenio, capacidad de colaborar, se traduce en esperanza si, y solo si,  no olvidamos que aunque con iniciativas así hayamos resuelto problemas básicos, y tengamos apariencia de estar bien, siempre podemos estar mejor, y que lo natural es bueno pero tenemos derecho a conseguir alimentos procesados y medicinas elaboradas.

* He cedido derechos a Editorial Portaluz de publicar esta crónica. 

jueves, octubre 23, 2014

Crónicas patéticas de un pobre país rico.

           Conseguí una nueva forma de interpretar el sentimiento que me invade cada vez que voy al Supermercado y consigo algo que necesito. 

             Hoy me dediqué a hacer cosas de mi casa, como pagar servicios (que no funcionan pero igual hay que pagar) y entrar a los supermercados a ver que conseguía, y resulta que me fue muy bien, conseguí jabón de lavar ropa, jabón de tocador, y champú. 

             Cuando yo llegué pude agarrar mis objetos que iba a comprar de manera relajada y sin mucho estrés relativo pues la gente miraba con avidez el carrito que yo llevaba, calculando lo que tenía en el y probablemente pensando dónde estarían esos productos, así que tenía que estar pendiente de que no me sacaran algo del carrito mientras me daba la vuelta para meter otra cosa.

             Total que armada de paciencia absoluta y supina me paré en la cola para pagar, y aclaro que me puse a hacer la cola para pagar porque conseguí comida para mis gatos pues si no, por mucho jabón que llevara y mucho champú que hubiera conseguido no hubiera hecho la cola esa. Bueno, la cosa es que estaba en la cola, con mi sensación de alegría por haber conseguido los productos básicos que tenía, pero a la vez, tenía y sigo teniendo una sensación de desazón, de incomodidad, de picazón en la espalda como cuando uno sabe que algo está mal. 

              Y es que claro que está mal que un país en el que, Isabel Allende no exageraba cuando decía en su novela "Paula", que Venezuela era un país tan rico que si se tira al suelo en un campo una semilla de mango nace un árbol, y se tienen mangos sin mucho esfuerzo pues la lluvia se ocupa de regarlos...Está mal que haya que madrugar para hacer colas, está mal que no haya productos básicos y peor aún que la gente naturalmente se desespere y se ponga violenta para obtener lo poco que mal se consigue.

          Y allí comprendí que la emoción que sentía era una patética alegría, alegría pues tenía lo que necesito, pero patético pues es mi derecho a suplir mis necesidades básicas sin necesidad de hacer infinitas e interminables colas y además exponerme a que me lastimen en el proceso, y es que cuando estaba en la caja ya pagando y el jabón de lavar se había terminado, llego otra tanda de jabón y la gente se desesperó y empezó a correr hacia donde estaba el jabón empujándose y gritándose...no, no hay derecho a vivir así. 
           
             Lo que me consterna, por decirlo de algún modo, es que yo digo NO, ya basta pero, una golondrina no hace verano, de allí que mi alegría sea breve y fugaz como el mismo aleteo de una golondrina volátil...El momento llegará cuando todos entendamos que no es esta la forma de vivir, que tenemos derecho a obtener los productos básicos elementales de alimentación e higiene, por no hablar de los medicamentos que mejor ni los menciono, al menos no en este post. 



jueves, mayo 22, 2014

Los tres apoyos


En tiempos difíciles es cuando el carácter, la personalidad, las creencias y afines se ponen a prueba. Mentiría cual condenada si dijese que no estamos atravesando tiempos difíciles en Venezuela, especialmente estos últimos cuatro meses de este año 2014. Sin embargo, no es de las dificultades de las que quiero hablar, y si hablase de eso seguro que conseguiría más audiencia pues he notado que las cosas que percibimos como malas y complicadas tienen como un magneto que atrae a la gente, será porque estamos todos afligidos y tenemos energías discordantes que atraemos eso, o no sé. Tal vez, solo somos curiosos y queremos ver y comparar como está otro. En fin que en tiempos convulsionados es difícil ver lo bueno que nos llevará a salir adelante o a progresar o a resolver nuestras inquietudes o problemas.

Conversando con mis amigos y compañeros y colegas, y todo aquel que se deje atrapar por mí para conversar, generalmente nos movemos por lugares comunes tales como necesito papel higiénico, café, un carro nuevo, una batería nueva para el carro, etc. Quiero aclarar que estos son lugares comunes desde hace poco más o poco menos un año en nuestra Venezuela, pero,  tampoco es de esto que quiero hablar.

Ayer conversábamos un nutrido grupo de jóvenes contemporáneos, ok, adultos jóvenes contemporáneos y no, no entrare en mayores detalles de juventud, al menos no por el momento. El tema es que, hablábamos de alcanzar metas, cumplir objetivos todos ellos relacionados con bienestar personal y progreso familiar, y uno de nuestros compañeros dijo algo que todos repetimos sin cesar: hay que tener fe.

En ese momento, noté un detalle bien significativo, que decidí en ese momento llamar los tres apoyos.
La fe sola no nos sirve de nada, bien dice la Biblia, que Dios dijo: “Ayúdate que yo te ayudaré” vale, la fe sola no sirve, pero sin fe tampoco sirve. Si no estamos convencidos que lo que anhelamos para mejorar nuestras vidas es posible, esto no llegará a nuestras vidas. La fe es la creencia que nos permite soñar y obrar en consecuencia.



El segundo apoyo, es la determinación. Una vez que hemos comprendido que tal o cual acción mejorará nuestras vidas considerablemente o al menos medianamente pero contribuirá a que alcancemos algún nivel o grado de perfeccionamiento espiritual, emocional, mental, físico y/o material, es decir, nos dará un grado de felicidad que para el momento es lo que necesitamos emprenderemos las acciones. 



Entonces, si queremos irnos a hacer un postgrado en Noruega, buscamos todos los cursos de Noruego, y desempolvamos los últimos títulos académicos conseguidos, miramos todos los días las Universidades en Noruega, y suspiramos, tenemos fe y estamos determinados a irnos a estudiar un postgrado en Noruega. Pero, ya va, ¿tanto papeleo? ¿Apostilla de la haya… que? Ay no, pero yo me quiero ir,  yo estoy determinada y tengo fe que si creo que me voy a ir me iré. Ajá, si, claro que no. Así como suena: no. No mi alma, no te vas a ir, si no tienes el tercer elemento que yo llamo el tercer apoyo: la voluntad. 

La voluntad de levantarte a hacer cola en el ministerio correspondiente para la Apostilla de la Haya, la voluntad de no solo inscribirte en el curso de Noruego sino ir a clase todos los días y hacer la tarea, y pedir tu visa y hacer la propuesta para entrar al postgrado. La voluntad es la acción, alimentada por la determinación. 



En fin que ninguno de ellos por separado te sirve pues puedes tener mucha voluntad, pero si no crees en ti mismo/a y en tus capacidades y andas con la historia trillada de “a mi nada me sale bien” efectivamente estarás programándote a ti mismo/a, a que nada te salga bien pues no tienes Fe. Y sin determinación no tienes rumbo fijo a seguir.

Estos tres elementos deben ir de la mano: fe, determinación y voluntad si tus objetivos deseas materializar

miércoles, mayo 02, 2012

Escribir el miedo....


Escribir el miedo me dijo Daniuska González, dejar nuestras palabras plasmadas para que otros se vean reflejados en ellas...



He de confesar que nunca antes había conocido lo que es la sensación de miedo. Pues más allá de las películas de terror y uno que otro susto, había vivido una vida afortunada en la cual no había sentido miedo. Hoy, a un mes de mi encuentro cercano con la violencia armada, volví a sentir ese miedo y es que hoy salió mi carro del taller, y fui a buscarlo, un mes en el que estuve protegida por mi familia y moviéndome en autobús que hasta cierto punto, me sentía acompañada por todos los demás pasajeros, en principio estaba y estoy muy contenta, pues a pesar que tuve que romper mi cochinito (alcancía) para poder pagar las reparaciones, pude pagarlas y ya mi carro está de regreso y empiezo a volver a la normalidad...aja, si, a la normalidad, pero, esta mañana cuando iba en el taxi hacia el taller, a medida que me iba acercando al sitio la opresión en la garganta, y las ganas de llorar no eran normales, igual que las crecientes nauseas y ganas de vomitar...era, el miedo asechándome, con su helada presencia revolviendo recuerdos que ya tenían que haber estado calmados, y difusos, después de todo, dicen los entendidos que solo bastan 21 días para crear un hábito, entonces 30 días pueden apaciguar un recuerdo tanto bueno como malo ¿no? pues no. La verdad, no. Tan solo basta un estímulo para que la mente se dispare y nuevamente reviva cada momento vivido, insisto, tanto bueno como malo. Total que iba camino al taller y pues, entendí que todo ese cúmulo de sensaciones opresivas, desagradables, angustiosas, era simplemente que el monstruo del miedo había regresado y me estaba atormentando. ¿Qué hacer? se me ocurrieron mil y una cosa, entre esas llamar a mi mamá y pedirle que me acompañara, segundo, decirle al taxista que se devolviera, que no iba a ir, etc, etc, etc, también pensaba, ¿a quien llamo? Total que me dije, tengo que enfrentar esto  yo sola, pues no puedo seguir así, viviendo con miedo. Y comencé a aplicar lo poco que sé sobre meditación: a respirar. 

A sentir mi respiración, como entraba por mi nariz, y como salía por mi boca, y cuando al menos se me fueron las ganas de llorar, intente empezar a sentir la emoción, la pesadez en el pecho y garganta, las ganas de vomitar, mientras que al mismo tiempo respiraba y me fijaba en mi respiración, así estuve al menos 10 minutos, y cuando estuve mas serena, si, ya era momento de hablar con una persona querida y le mande un mensaje a Robert, quien converesando conmigo me ayudó a que el miedo se fuese disipando, no se fue del todo, pero si pude estar en calma y mirarle de frente.

El miedo es una sensación terrible que por múltiples causas nos atormenta y tortura. En la mayoría de los casos la gente dice: pero enfrenta el miedooooo!!! muy bien, pero no te dicen como enfrentarlo.

Yo solo se recomendar lo que funcionó para mi: respirar y tratar de identificar las emociones que pasaban por mi en un torbellino, y una vez serena hablar con un ser querido. También en mi casa cuando regresé hablé un rato con mi mama, ella siempre me reconforta. Eso funciona para mí. No sé si pueda funcionar para los demás pero bien valdría la pena intentarlo no? Las nauseas se me quitaron en mi casa con un alka seltzer :) 

sábado, abril 07, 2012

y...¿qué hacemos con el miedo?

¿Qué es el miedo? Definiciones para el miedo hay muchas, el diccionario de la real academia de la lengua española lo define de esta forma: Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Muy bien, ya está definido. Pero, como se siente vivir con miedo? Ese miedo que embarga a millones de venezolanos, y me disculparán cuando me lean que no escriba: venezolanos y venezolanas, me niego a hacerlos, soy de la vieja escuela y la vieja usanza, se usa de forma genérica y listo. Bien, retomo mi idea, millones de venezolanos vivimos con miedo. Y ahora yo también soy parte de la estadística. 

El miedo para mi, es una sensación de opresión en el pecho, como si me sujetaran la garganta, mientras el estómago se me encoge,  y esa opresión en el pecho no me deja respirar bien, no me deja hacer respiraciones profundas y en el momento que no respiro bien pues definitivamente la sensación de desasosiego aumenta, mi estado de ánimo empeora y me vuelvo sensible a todo, y como he re-aprendido a no reprimir mis emociones me he vuelto lloroncita, mas de lo que ya soy. 

Tengo razones reales para sentir miedo, hace muy pocos días, casi fui una cifra más en la larga lista de victimas de atracos a mano armada. Mi miedo no esta en mi cabeza, hubo una situación que lo generó.

Sin embargo, gracias a Dios y a la naturaleza humana, que mientras hay vida esta continúa su curso, hay que seguir hacia adelante y no se puede quedar uno aferrado a esa emoción, pues afortunadamente ni las emociones negativas ni las positivas duran para siempre. Pero, la gran pregunta es, ¿Cómo hago para salir a la calle y no sentir miedo? ¿Cómo hago para no quedarme encerrada en mi casa por el miedo? y, ¿Qué hacemos con el miedo?

La verdad no tengo muchas respuestas aún, las he encontrado en la meditación, en la ayuda terapéutica que resulta para mi escribir sobre lo que me ha sucedido, y compartir con otras personas que han sido víctimas de violencia armada en nuestras calles de Caracas, y por supuesto en el amoroso confort de mi familia y amigos. 

Por el momento estoy, respirando profundo, y fijando mi atención en la respiración, como entra y como sale, otras cosas me ayudan también: el té de tilo, es un poderoso aliado. 

Igualmente volver a salir a la calle, me ayudó y ver mi carro desbaratado fue enfrentar la realidad de lo que había sucedido. Supongo que la sensación se irá pero, el recuerdo no se borrará, y la verdad no quiero borrar el recuerdo pues quiero que esto me de fuerza para trabajar por mi país por que podamos regresar a lo que fuimos, a la Venezuela que décadas atrás fue segura y fue vivible, el paraíso que hacía que la gente se viniera a vivir acá, el paraíso que enamoraba a los europeos que una vez que venían no se querían ir jamás y formaban su hogar aquí...Todavía no sé exactamente que es lo que voy a hacer, pero, si se, que no me quedaré de brazos cruzada viendo como seguimos siendo victimas de inescrupulosos.

Estoy lidiando con el miedo, y es una batalla que estoy mas que determinada a ganar y la ganaré. Pues no me resigno a agachar la cabeza y decir, hay que aprender a vivir así, tampoco me resigno a la respuesta de esta es la Venezuela que tenemos y tenemos que hechar para adelante, si, es cierto, tenemos que hechar para adelante, tenemos que trabajar, formarnos y luchar para reconstruir nuestro país, devolvernos a nosotros mismos la seguridad y la tranquilidad, repito, todavía no sé como voy a hacerlo, pero, cuando lo sepa lo haré!

jueves, abril 05, 2012

La institucionalización de la violencia

No está fácil comenzar a narrar una hecho que le ha sucedido a una, cuando es muy reciente y además involucra muchas emociones y sentimientos. Y para que se comprenda, hay que ir desde el principio mismo de los acontecimientos.

Yo nací en una Venezuela que era un sueño para el desarrollo, la gente venia y se hacia rica con el esfuerzo y el trabajo honrado, conocí historias de inmigrantes que  vendiendo tomates en una esquina construyeron una cadena de supermercados, y así muchas más. Venezuela era, como decía Isabel Allende en su libro Paula, un paraíso que si lanzabas una semilla de mango al azar al suelo nacía sin mayores cuidados por lo fértil de su tierra. Mis abuelos inmigrantes, veteranos de la Segunda Guerra Mundial,  hicieron su segunda patria aquí a tal punto que castellanizaron sus nombres y se hicieron venezolanos, con orgullo, con amor, trabajaron, construyeron y dejaron de legado una familia de profesionales que amamos nuestro país.

Mi abuela me contaba cuando iba yo creciendo y a la par aumentando la inseguridad, que cuando ellos llegaron en 1948, no había rejas en las ventanas ni en las puertas de las casas, y que a la puerta de la entrada de la casa de ellos hubo que ponerle un pestillo para que los perritos de la calle no se metieran, era una Venezuela segura...años mas adelante por los 70's alla en Valera donde nosotros vivíamos, se podía dejar el carro en la calle y todavía sin ponerle los seguros a las puertas, pero ya había casas que estaban enrejandose, los venezolanos estábamos empezando a encerrarnos....en los 80's habia que cerrar el carro, en los 90's ya no se podía dejar el carro en cualquier calle pues se lo robaban. Sin embargo, seguíamos sin sentir miedo del prójimo.

¿Donde se quedó esa Venezuela? 

En el 2012, las voces oficiales del gobierno, dicen que vivimos una guerra mediática y que la sensación de inseguridad que tenemos es una sensación mediática. Me gustaría que alguno de ellos me explique, si fue mediático lo que viví el lunes 02 de abril del 2012. 

Los detalles que daré de calles y avenidas y urbanizaciones, son de Caracas, pues es ahí donde actualmente vivo. 

Cuando venia del Cafetal de llevar a su casa a  una amiga, me interceptó un carro pequeño, blanco, con cosas de taxista, me chocaron el faro izquierdo de mi carrito, y cuando les iba a dar paso, pues pensé que estaban borrachos, se pusieron a mi nivel y de la ventana del pasajero de adelante y del de atrás, me encañonaron con unas pistolas. Me asuste terriblemente, y en ese momento, de locura, lo único que se me ocurrió, fue, esquivar el carro ese, y acelerar, los pase, y cuando llegue al semáforo de la Rio de Janeiro en las Mercedes donde esta el locatel, comence a tocar corneta desaforadamente pidiendo tanto paso como alertando a los demas conductores con que me estaba pasando algo. Mi intención era llegar al módulo de la policía de Baruta y obviamente esquivar a los asaltantes. Ahí esta pelada la calle, y seguí, y con el raspado del pavimento se me revento el caucho de adelante y del golpe la parte de metal que soporta el motor, se cayo y se bajo el motor, gracias a eso, los atracadores perdieron interés en mi y siguieron. Cuando pude hablar del susto que tenia, llame a mi amiga y mi amigo que estaba con nosotras y se vinieron a acompañarme y auxiliarme, y llamamos una grúa y me trajeron a casa. Yo estoy bien, solo estoy muy asustada, y cayendo en cuenta de la gravedad de lo que pudo haberme pasado y gracias a Dios no paso. 

El martes llamé al taller y bueno, ya se reparara el carro, lo cierto es, que no podemos salir de noche, y ojo, no era tarde, eran apenas las 10 de la noche. Naturalmente  llegue muy tarde a  mi casa por todo el tema de esperar la grúa, y lo lento que teníamos que venir pues el motor lo tuvieron que sujetar con cadenas para que no se cayera del carro. 

Durante mi loca carrera, pensaba ojala nos intercepte una patrulla de la policía por ir a alta velocidad, pero, oh sorpresa, no apareció ninguna, y mientras estuve accidentada esperando que vinieran a buscarme, llego una y se estacionó a una cuadra o dos de donde yo estaba y no se me acercó...ahora lo agradezco pues ante acontecimientos de las últimas dos semanas no sé que me hubiera dado mas miedo, si estar sola en la noche en una calle con un carro dañado o que se me acercaran unas personas que nada me garantizaba que fuesen policías reales.


Y si, insisto, estoy agradecida por poder contar la historia, porque a mi en mi integridad física no me paso nada, pero, el miedo se me instaló en el sistema, ahora trabajo para desinstalarlo, lo cual no es fácil. Mientras tanto he contado con el apoyo incondicional y amoroso de de mi familia y de mis amigos, y a raíz de esto, hemos ido compartiendo historias, cada cual mas aterradora que la que cuento yo, de secuestros en el carro, de secuestros en la misma casa, de asaltos con cuchillos, de asaltos a las casas...y trato de suspirar profundo e insistir: gracias a Dios, estoy y estamos todos nosotros contando la historia, y no somos un número más de las estadísticas, y de  la sensación mediática de la violencia institucional generada desde el mismo gobierno que vivimos.

sábado, septiembre 18, 2010

Aventura en Cata



En este agosto pasado, me dí cuenta que necesitaba con carácter de urgencia unas vacaciones, y si bien el trabajo me las estaba brindando, el dinero con el que cuento me las negaba.

Qué hacer? no tenía muchas opciones, pues, por un lado la dificultad de mover nuestro dinero, y por el otro, el escaso dinero que llego a cuenta gotas, no me permitía siquiera pensar en unas vacaciones como las de Argentina en el 2008.

Sin embargo, decidí que no me iba a quedar instalada en mi casa viendo los días deslizarse uno tras otro, y sumergida en la misma rutina, bueno, la misma no exactamente pero en la rutina cotidiana de estar en la casa. Así, un lindo día, se me ocurrió una idea, simplemente genial: iría a visitar a mi amigo Jhonny, quien vive cerca de Cata. Cata, es una bahía que yo nunca había tenido la oportunidad de conocer, y siempre me la habían mencionado, el mismo Jhonny varias veces antes me había invitado a ir a pasar unos días allá. Así pues, me envalentoné y le pregunté si sus generosas ofertas de que fuera a pasar unos días con el en su casa, seguían siendo válidas, y el generosamente me dijo: pero claaaaaaaaaaaaro que sí!! vente nomás.

Yo, decentemente le hice una advertencia: oye, pero la verdad no tengo mucho dinero...me respondió: yo tampoco, pero, desde cuando ha sido eso un impedimento para nosotros divertirnos? acaso no fuimos estudiantes en Mérida y aprendimos a vivir con muy pocos recursos? que te pasaaaaaaaaaaaaa? y pues ciertamente viendo yo toda la razón que llevaba, empaqué mi morral, bueno, esta vez no fue un morral, fue una cartera de playa, después de todo solo iba a ir desde el jueves al domingo, anuncié a mi familia que me iba, y en efecto me fui.
El camino empezó por la salida desde el terminal de la Bandera, para Maracay, donde era mi destino, hay varias opciones de viaje, una es ir a un terminal donde se compra el boleto con anticipación pero es un engorro fenomenal estacionarse y comprar el boleto, y además de todo eso, el trayecto que es de una hora y media, dura el doble por qué se yo que, me supongo que en parte por el tamaño de los autobuses no lo se realmente, fue lo que me hizo decidir ir por la Bandera, este es el terminal de mayor tamaño y con rutas por todo el occidente del país, de los cuales los boletos en su mayoría cuando son muy largos los viajes hay que comprar también con anticipación pero, para estas rutas, la que yo haría, que se llaman extra urbanas, se llega y se sube uno en un autobús, y va esperando a que se llene y ahi sale, genial pense yo!!

Al terminal, me fui en un taxi, el senor chofer, me dijo que si iba a Maracay, tomara un autobús ejecutivo, esto es que tienen aire acondicionado y las ventanas van cerradas, y no se detiene a montar otros pasajeros en el camino, y me dijo: es más, el pasaje le va a costar la mitad de esta carrera, pero le vale la pena.Fabuloso dije para mis adentros, ya estoy ahorrando!! Soy una genia. Solo que la genia no contaba con que al regreso en la misma línea de autobuses, faltando media hora para llegar su destino el autobús se iba a danar y que para no quedarse en la autopista se iba a tener que venir de pié en otro autobús que venía lleno hasta el techo! pero, después de lo bailao, quien me quita lo gozao?

Llegué y no tan rápido como yo hubiera querido, conseguí el mencionado autobús y muy diligentemente pensando en dormir en el trayecto, escogí un asiento de ventana, que solo cuando arrancamos me di cuenta que tenia un bulto en la silla que me maltrataba mi ilustrisimo trasero y así permaneció hasta que llegué a Maracay pues como se llenó el pasaje no pude cambiarme de puesto. Una hora y media después, ya tenía hasta ganas ya de llorar por el dolor en mis posaderas, pero, la emoción de la aventura que ya comenzaba y la alegría de ver a Jhonny quien es un excelente amigo mio de nuestra era universitaria, pronto me hizo olvidar todas estas menudencias.

Una vez instalada en su hermoso apartamento, me dijo que también venían Luis y Pablo desde Maracaibo y que cuando ellos llegaran almorzaríamos.

Pablo, quien manejaba, nunca antes había ido a Maracay y no conocía la ciudad, por lo que nos llamaron para que fueramos a buscarlos en la entrada no mas de la ciudad, despues del Peaje...nosotros nos fuimos rapidisimo y llegamos y por supuesto no habian llegado, estabamos, Jhonny y yo, parados en el medio de todo y nada a la vez, por donde pasaban toooooodos los carros que entran a la ciudad y sin ningun sitio donde sentarse a esperar. Sin embargo, yo hice una revisión ocular rauda y veloz y conseguí una acera bastante buena y a la sombra para sentarnos... ahí esperamos mas o menos una media hora, y llegaron los muchachos, Jhonny y yo nos zambullimos en el carro, y nos fuimos al apartamento a almorzar...a todas estas para esta hora, ya eran las cuatro de la tarde, yo no tenia tanta hambre porque mientras esperábamos ahí en la orilla de la calle, nos comimos unas papas fritas que por supuesto conseguí yo de una señora vendedora ambulante de chucherías!

Nos fuimos a almorzar, un pollito en salsa blanca que hizo Jhonny demasiado rico, y de ahí, nos fuimos rápidamente al super mercado para comprar las vituallas del día siguiente, teníamos que hacer sandwiches, y comprar refrescos y demás bebidas para no comprar nada en la playa.

Compramos comida como si pensáramos mudarnos para la playa, no tengo claro en que pensábamos pues le dejamos a Jhonny en su nevera vegetales y frutas como para un ano, es que Luis es vegetariano...bien, una vez comprada la comida, preparamos todo, y yo particularmente me fui a dormir, los chicos de juerga.

En la manana, desayunamos un exquisito yogurt con melon, y salimos rumbo a Cata, un detallazo con el que yo no contaba es que el camino es por el parque nacional Henry Pitier que sube por la montana y la va bordeando hasta llegar a la costa, es un viaje simplemente increíble, la vegetación es tupida y tropical de selva, húmeda y exuberante, con olor a madera, a hojas, a agua, a animalitos...y curvas y más curvas y maaaaaaas curvas, así que lo mejor es ir con el estomago vacío para conservarlo en su lugar!

Después de muchas curvas, llegamos a un lindo pueblo, Ocumare de la Costa, antiguo, soleado, extenso y colorido como todos los pueblos de la costa nuestra, y de ahí, seguimos la ruta de curvas, obvio, pues bordeamos la montana, y en una de las ochorrocientas mil curvas, se despejó la vista y ahí estaba: la bahía de Cata.







Una inconmensurable belleza enmarcada del olor salino del mar, y el brillo dorado del sol mananero nos recibió sonriente y tímida se mostraba la vista, y nosotros nos detuvimos un rato a intentar capturar el momento con nuestras cámaras, la tecnología invadió el espacio y pronto nuestros familiares y amigos compartían la vista con nosotros.

En la playa, alquilamos un toldo con sombrilla a pesar que nosotros llevábamos, pero para estar mas cómodos dijimos y mejor protegidos de los elementos!




En esta apacible y delicada playa, las olas me dieron vueltas y trague agua y me restregué las rodillas con la arena pero, fue una excelente exfoliación y se me limpiaron además todas mis fosas nasales, bueno, todas dos, no tengo más de ahí, al menos eso tengo entendido... También hice allá un nuevo y entrañable mejor amigo, el senor cangrejito, pero, fue una amistad fugaz, senor cangrejo, decidió que su corta y valiosa vida peligraba cerca de tanta gente y se escondió en el primer agujerito que vio en la tierra.

Al final de la manana, tipo 11:00 am, después de varias zambullidas, decidí volver al agua para aprovechar bien el día, y estando en el agua miré al cielo, y vi unas nubes negras noche...más tardé pensando en la posible lluvia que la lluvia en empezar a caer torrencialmente sobre nosotros....salimos corriendo a refugiarnos, no le veo aun el sentido pues igual estábamos mojados, en la sombrilla que habíamos alquilado, pero por sobre todas las cosas estabamos era mas interesados en resguardar nuestros artefactos tecnológicos, yo tenía, he de confesarlo, dos preocupaciones serias: mi reloj, y los sandwiches, que hube de compartir con el senor perrito flaco, que no era tan flaco pero ponia una carita que no podía dejar de darle comida, hasta que Jhonny me miro feo, pero le dije, heyyyy es mi sandwich el que estoy compartiendo con él...claro, entiendo a Jhonny, a él le preocupaba que yo le diera todos los sandwiches al perro y me comiera yo el último y a ellos les dijera: oh, los de ustedes se los comió el perro jejejeje el senor perrito flaco, se zampo dos sandwiches y se fue a buscar otra cosa mas apetecible, y a resguardarse de la lluvia en una casa real, de bloques y techo formal, no como el refugio nuestro.

También he de confesar ahora, que hubo un momento en el que me dio miedo, se nubló todo, y no se veía nada, y soplaba el viento con fuerza...en mi dramatismo, empece a mirar como trepar la montana rapidamente en caso de tsunami, gracias a Dios, esa posibilidad solo vivió en mi fértil imaginación.

En lo que escampó, decidimos marcar la milla, no fuera ser que volviera a llover mientras estábamos en carretera, pensando en que podríamos en el mejor de los casos regresar al día siguiente, pero, no fue así, pues al día siguiente, amaneció lloviendo torrencialmente y se oscureció y seguía lloviendo....

Lo cierto del caso es que, fue una aventura simplemente deliciosa, reencontrarme con mis amigos tan queridos de tanto tiempo, e ir en el carro cantando y riéndonos de todo y de nosotros mismos, fue una aventura simplemente fenomenal que gracias a la generosa y cálida hospitalidad de Jhonny pudimos tener. Espero que se repita!!

Claro, muchas cosas habrán que se me escapan de la memoria, como las shawarmas que cenamos el sábado y los invitados que no querían irse, una divertidísima pareja amigos de Jhonny, que se sentían tan a gusto que a pesar que sabían que al día siguiente, Luis, Pablo y yo, ibamos a agarrar camino,con destinos diferentes, no se marcharon hasta que literalmente los empujamos a la puerta de salida...



El senor Cangrejito