sábado, abril 21, 2007

Mérida 2006


El pico Bolívar


Mèrida mi serrana ciudad acogedora.... que el Albarregas besa y canta el Mucujún...acabo de regresar de mis mágicas vacaciones por Merida, y si he regresado a la Capitar,al smog, la contaminació y el concreto, en los andes, las montañas me recibieron con un golpe de aire fresco y lo primero que me pasó fue que se me subió el oxígeno a la cabeza y se me hacia fácil reirme de todo, hablando un poquito más en serio, el aire es tan limpio que todos los males y una toscesita malasangre que llevaba se me quitó con el aire puro... o seria con tantas flores que me aspiré? Bah la cosa es que se me quitó Ja ja ja ja
Me quedé en casa de una amiga budista Solange, quien vive en el Valle, esto es un pequeño pueblo cerca del páramo de la Culata que está aproximadamente a unos 1800 mts. de altura sobre el nivel del mar. Que maravilla mis queridos, me despertaba, no con el hambre hereje con la que suelo despertar sino con el trino de los pajaritos en las ventanas y los rayos del sol alumbrando mi rostro…tal cual Heidi en la cabaña en los Alpes….desde la ventana de la casa de Solange, se ve la sierra de Mérida y en todos los días que estuve allí amaneció nevada.
También tuve oportunidad de ver a las vaquitas y a los becerritos hermosos con sus cencerros cuando los bajaban a pastorear al río. Claro que las simpáticas vaquitas una mañana me dieron la mamá de los sustos, figúrense esto: están durmiendo cuales angelitos de Rubens o Botero sea cual sea el que mejor aplique, enroscados en gruesas cobijas de lana abrigados hasta las orejitas asomando solo la punta de la nariz para respirar, y de repente en medio del dulce trino de los pájaros oyen un aturdidor MUUUUU…. ahí comprobé que aun cuando, mi corazón es delicado y tiene que estar muy bien cuidado... hey! no, eso es una canción, ajá, sigo, que mi corazón esta en buenas condiciones, que electrocardiograma ni que prueba de esfuerzo, duerman profundamente y despiértense con el mugido de una vaca en la oreja, si no se mueren y el corazón sigue latiendo normalmente sigan pa'lante que no viene carro.
Mérida me pareció que está muy hermosa, no sé realmente si es por el cariño que siento por la ciudad o porque recuperaron todas las plazas y las llenaron de setos de flores multicolores con fuentes y bancos de madera y hierro forjado, la cosa es que está muy bonita y cuidada para los visitantes. Hay unas posadas espectaculares, nada que ver con la de Choroní, y en todo caso los posaderos no me mandaron al río cuando entré a verlas, una de ellas hasta presta el servicio de Internet y en el pasillo tiene una laptop que me hizo palidecer de envidia dispuesta para los huéspedes.
Por supuesto que también tiene su esquina donde se apostan los artesanos internacionales y ché una artesana argentina estaba empeñada en venderme un "coyar" (aplicar acento argentino por eso está escrito con "y") muy hermooso y tal pero eso si, un pelo caro. Como ciudad pequeña que es, gran parte de la vida transcurre en la plaza Bolívar y por supuesto que yo no pude dejar de pasar por ahí todos los días que estuve allá y me encontré a todos mis conocidos y amigos incluso a aquellos a quienes no les había dicho que iba, pero lo más cómico de la anécdota es que a pesar de todos los cambios naturales que ha tenido la ciudad la gente se queda un tanto estática en el tiempo, y estaba yo tomando café (nescafé capuchino vainilla) en una heladería –si, ya se que no es congruente tomar café en la heladería donde se comen helados pero…ahi estaba- sentada hacia la ventana y pasó un chamo que estudió conmigo parte de la carrera y me dijo adiós con la mano sin siquiera sorprenderse de verme, era como si el tiempo no hubiese transcurrido y yo no me hubiese ausentado por tanto tiempo, en cambio, en Valera, el paso del tiempo si fue inclemente pero ya voy a contarles esta historia.
En Mérida, la comida es muy típica y hay cosas que no se pueden dejar de comer como son los pastelitos, las arepas de trigo, y las truchas, y por supuesto que las hamburguesas de un sitio que se llama la Nota, este establecimiento empezó como un carrito de perros calientes en la calle y el dueño fue haciéndose próspero pues eran muy rebuenas las cosas que preparaba y logró franquiciar el negocio y puso uno en el local de un Wendys que quebró y lo adapto a su comida, en el centro de postres tiene dulcería criolla y venden las mejores hamburguesas, que si ustedes creen que han comido hamburguesas buenas, los han estafado pues la cuatro quesos que comí allá es simplemente exquisita, bueno, capaz y el hambre contribuyó a convencerme de ello. También fui a pasear al río y a los bosques, liberé mi niña interna y corrí feliz entre los abetos, digo, digo, los pinos de los bosques del Valle.
El río hasta donde tengo entendido no tiene bilharzia pero tampoco hay posibilidades de bañarse, si metí la pata, digo, metí los pies para que me sacaran una foto y se me pusieron moradas así que podrán imaginarse el tiempo que duré en el agua Jaaa ja ja... Y hablando de fotos, alla las saqué al mero estilo tradicional o sea, con cámara para revelarlas y como recién llegué ayer no las he llevado a alguna foto tienda, lo cual será próximamente. esto es todo amigos!



Una vista de la Basílica de Mérida





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